Knafeh, embajador de los sabores palestinos en Chile

Embárcate en un viaje de sabores por el Medio Oriente a través de la propuesta gastronómica de Jad Alarja. Un palestino que adoptó a Chile como su segundo hogar, y abrió Knafeh, embajada oficial de la comida palestina en nuestro país. Conoce los detalles de este emprendedor apasionado por la cocina en una nueva entrega de Historias con Sabor. ¡Pasaporte en mano, ahí vamos! 

Jad Alarja (32) es palestino, de la ciudad de Beit Jala, una de las más antiguas del país árabe. Ubicada sobre la ladera de un cerro cubierto de árboles de olivo, viñedos y plantaciones frutales. El nombre de esta urbe proviene del arameo y significa “alfombra verde”, casi como haciendo un guiño a las maravillosas “hojitas de parra” características del menú arábico.

Jad se vino a Chile cuando era muy pequeño, pero siempre manteniendo un lazo con su tierra de origen, viajando cada dos años. Su infancia la recuerda como la mezcla perfecta entre la cultura chilena y palestina. Amante de la gastronomía, pero por sobre todo, se reconoce como un auténtico “foodlover”. Gracias a esa pasión por la comida, hoy lo tenemos como embajador gastronómico de la amplia variedad de sabores que nos ofrece Medio Oriente. Nos recibe en su taller, que literalmente es su casa. Knafeh, lugar donde ocurre la magia. 

Foto: Mango Merkén

“Home is where the knafeh is” u “Hogar es donde hay knafeh”, se puede leer en una suerte de manuscrito que nos recuerda que las sensaciones a través de la comida son, muchas veces, lo más cercano que estaremos de un querido recuerdo. En este caso, su natal Palestina. 

¿Knafeh? Un tradicional postre árabe de queso y sémola -que además lleva pistacho para ese toque “crunchy”y bañado en almíbar. Este sabroso producto es el protagonista de su emprendimiento, que por cierto lleva su mismo nombre. 

DE PALESTINA A CHILE

Indagando en su historia, relata lo fuerte que fue para sus padres radicarse en Chile. Sin conocer a muchas personas, nuevo idioma, nueva cultura, nueva comida. Buscando adaptarse a su nueva vida en nuestro país, su padre y su tío abrieron una fábrica de tela, “como buenos paisanos”, dice entre risas.

El resto de su familia, que se encuentra prácticamente toda en Palestina, se dedica al mundo textil y al rubro hotelero. Apuntando a los inicios del romance con la gastronomía, recuerda que su abuelo había trabajado alguna vez como garzón y cocinero en un restaurante, haciéndose cargo posteriormente del hotel. Además, uno de sus tíos estaba a cargo de la cocina de este último y lo veía cortando el jamón, llamándole mucho la atención. Desde lo familiar ya sentía la cocina de cerca. También desde lo cultural. “En Palestina todo está ligado a la comida, celebraciones en torno a la comida. Todo tiene que ir acompañado excesivamente de esta”, comenta extasiado por la situación. 

Foto: Mango Merkén

En su casa siempre se comió bien. De hecho, señala que para sus papás siempre ha sido un tema salir a comer. Como desde el hogar la vara quedaba muy alta, era difícil encontrar un lugar que los complaciera a ese nivel. Sin embargo, nos comenta que en los últimos 10 años la calidad gastronómica en Chile ha explotado. “Se ha desarrollado mucho”, dice.

INGENIERO DE PROFESIÓN, COCINERO POR OPCIÓN

Para estudiar cocina tuvo que batallar bastante. “Mis papás no querían, para las familias árabes no existen otras carreras más que las tradicionales”, remarca. La táctica que utilizó para salir victorioso fue muy ingeniosa. Intuitivamente, primero entró a una carrera tradicional como querían sus padres, Ingeniería Comercial. La idea era demostrar que se la podía, que sería un alumno destacado, pero su pasión iba por el lado de la gastronomía. 

Objetivo cumplido, logró dejar esa carrera e ingresar al Ecole. Se salió un semestre antes, ya que su último pasar por la escuela de cocina francesa no lo animó a seguir. Ya había aprendido todo lo que necesitaba. Para finalizar la jugada maestra, volvió a comercial, combinando ambos mundos que van absolutamente de la mano. 

Ya como profesional titulado, tanteó el mundo de las sandwicherías, pero concluyó que conllevaba muchas responsabilidades y carácter liderar una cocina. Al menos en ese momento, recién egresado. Desplegando su faceta comercial, se asoció con un amigo y se hizo cargo del área comercial de un software. Luego de tres años de experiencia, sintió la necesidad de salir de ahí. ¡Era el llamado de la cocina!

Foto: Mango Merkén

Un día, Carolina Silva -fundadora del Festival Latinoamericano de Cocina “Ñam”- lo invitó a un “Carola Cacerola”, una entretenida iniciativa donde cada uno lleva un plato para compartir. Esta invitación fue reveladora para decidir dedicarse de lleno a lo gastronómico. Entablando conversaciones, descubrió que tenía una tía que no conocía. Y gracias a eso, también conoció a una prima periodista gastronómica. 

La comida se transformó en un unificador familiar. Las señales estaban por todas partes y decidió emprender un viaje en el 2019, durante un mes, recorriendo las mejores ciudades para comer en la búsqueda de la inspiración a través de los sabores. San Sebastián, Barcelona, Madrid -incluso restaurantes con estrellas Michelin- y una escala obligada en su amada Palestina. 

KNAFEH, EMBAJADA DE SABORES PALESTINOS EN CHILE

De vuelta en Chile, con la idea de un emprendimiento gastronómico similar a La Humusería de Madrid, chocó de frente con el estallido social. Haciendo de freelance en un trabajo que consiguió, no abandonó la ruta gastronómica y buscó un lugar para abrir. Hasta el día de hoy, agradece el rechazo a una oferta que hizo porque justo empezó la pandemia. 

Ese tiempo de encierro le sirvió para pensar en nuevas estrategias. Hizo un estudio cualitativo de lo que estaba ocurriendo gastronómica y comercialmente en el país, encontrando en el delivery un recurso con un potencial enorme. 

Ante la incertidumbre sobre la enfermedad, los focos de contagio, etc, veía cómo la gente tenía miedo de pedir alimentos o comida preparada, pero también era una de las únicas maneras de abastecerse y alimentarse sin correr riesgos. “La gente estaba consumiendo delivery que venía en caja, porque tenía menos contacto con los repartidores, por ejemplo. También entendí que la gente estaba prefiriendo productos que se pudieran meter al horno”, aclara. 

Foto: Mango Merkén

En junio de 2020 aceleró la receta del “knafeh”, que ya venía trabajando. Este postre tradicional de Palestina con queso, sémola, pistacho y almíbar. Todo bajo la propuesta de: “Recetas tradicionales con un toque original”. “Mis productos son recetas no tan puristas, pero sí fieles a los sabores originales de las preparaciones. En este caso, modifiqué el queso de una receta del knafeh originaria de Nablus, logrando que se mantenga elástico al derretirlo”, comenta.

Buscando diversificar y entregar productos auténticos de la comida árabe, empezó a hacer “hummus” como segundo producto. En nuestro país, reconoce que esta preparación ha visto perjudicada su tradición, perdiendo calidad y representatividad como abanderado de la comida del Medio Oriente. “Le di un giro tradicional. Primero que todo, el tahini que uso. Es una pastita hecha a partir de semillas de sésamo molidas. Un clásico de nuestra región y este es de los mejores”, dice recalcando que la preparación lleva mucho de este ingrediente. Y lo segundo es el limón que utiliza, secreto de cocina, que lo hace ser mucho más parecido al sabor original del hummus. Además, va servido en un platito con un poco de garbanzos enteros y aceite de oliva, como lo servirían en Palestina.

El tercer producto insignia de su emprendimiento fue el “shakshuka”. Otro clásico de la comida del Medio Oriente, que consiste en la preparación de unos huevos “pochados” en salsa de tomates. “Nuestra salsa de tomates es el tradicional “matbuja”. En él, se incorporan una base de pimentón más ajo y ají”, apunta. ¡La probamos y tiene un sabor increíble!

Foto: Mango Merkén

Apostando por la frescura y calidad del producto, aspira a futuro a que el shakshuka sea cocinado íntegramente con productos locales y orgánicos. “Ojalá de mi propia huerta”, dice.

Foto: Mango Merkén

¿Cómo juntar los tres productos? En el concepto del “brunch” encontró la respuesta. Esta suerte de comida más contundente, que mezcla variantes del desayuno y el almuerzo. En Knafeh trabajan con una fórmula que, sin duda, se convertirá en el brunch que siempre haz querido. 

Dentro del trabajo que hace Jad en su emprendimiento, es importante destacar el cariño y dedicación que pone en cada uno de los empaques de sus preparaciones. 

Llegan de manera atractiva y conservan la calidad del producto. Ojo con este detalle, incluyen una recomendación de playlists acordes a lo que estás pidiendo, transformando tu mesa en una auténtica experiencia de comida palestina.

Foto: Mango Merkén

Knafeh por ahora funciona sólo a través de delivery, con pedidos a través de Instagram y el link de Whatsapp en su BIO, que son despachados durante el fin de semana.

OCHO MIL, LA EVOLUCIÓN GASTRONÓMICA DE KNAFEH

La casa-taller de Knafeh, pronto será un espacio donde además de ser el centro de operaciones de su exquisita comida árabe, impartirá talleres gastronómicos y ofrecerá cenas clandestinas. Una propuesta que lleva por nombre Ocho Mil, Food & Experience. “Vive una experiencia inolvidable”, que puedes seguirla desde ya en @ochomil.cl

Foto: Mango Merkén

Comparte esta nueva entrega de Historias con Sabor de @mango.merken, con un ticket de ida a un viaje de sabores por el Medio Oriente. ¿Qué esperas? Embárcate en esta opción de delivery distinta @knafeh.cl y cuéntanos qué te pareció. ¡Coméntale a tus amig@s y alucinemos junt@s con un delicioso shakshuka!

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3 comentarios

  1. Jad!!! Te felicito no solo por ser un gran chef y tu maravilloso emprendimiento sino también por mantener viva las artes culinarias de tus raíces !!!
    Maravilloso reportaje bien merecido !!!

    1. ¡Felices de disfrutar la gastronomía palestina de la mano de Jad! Gracias por tu comentario sobre el reportaje, te invitamos a conocer más de nuestras Historias con Sabor.

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