El trabajo dignifica, da oportunidades y genera confianza en las personas. Esta nueva Historia con Sabor se trata de un emprendimiento que apuesta por dar estas oportunidades a mujeres que hayan estado privadas de libertad. Hablamos de Las Condenadas, el proyecto gastronómico de Rodrigo Agliati y Paolo Garbarini. Una dulce alternativa de reinserción social, en base a la preparación de galletas y queques de navidad.
“Las Condenadas”, es un emprendimiento gastronómico de dos amigos de toda la vida, Rodrigo Agliati, comunicador audiovisual y Paolo Garbarini, ingeniero agrónomo, quienes buscaban realizar un proyecto significativo que generara un impacto real en la sociedad. Se decidieron por un grupo de personas muy olvidadas, esas que estuvieron privadas de libertad, apostando por darles una oportunidad laboral.
Visitamos el lugar donde ocurre la magia y se hornean esas riquísimas preparaciones. En su taller ubicado en la comuna de Pudahuel nos recibe Rodrigo, contento por la oportunidad de seguir dándole visibilidad a esta iniciativa que pretende ser un factor de cambio. Al entrar, ese maravilloso olor a galleta es una invitación a cerrar los ojos e imaginar a estas valerosas mujeres trabajar por una segunda oportunidad, y para muchas, la primera. Se percibe un ambiente cálido, humilde, con una historia con sabor que de seguro tiene muchos detalles por contar.
Ambos amantes de la comida, coincidieron en que si iban a hacer algo tenía que ser relacionado a esta pasión culinaria. A Paolo se le daba bien cocinar y a Rodrigo la mejor parte, comer. Así es que manos a la obra, debían empezar a armar la receta de su proyecto. Siempre con el lema de “formar parte de la solución” por delante, el objetivo era realizar algo significativo, que marcara una diferencia.
Antes de dar con la idea de Las Condenadas, ya se involucraban en causas humanitarias. Han apoyado de diferentes maneras después de desastres naturales como el terremoto de 2010, los incendios de la quinta región, el tsunami en Tongoy, entre otros. “El tema era cuando volvíamos a la rutina. Estaba esta adrenalina y regocijo por colaborar, ser factores de cambio, pero en algún momento se acababa”, cuenta Rodrigo apuntando a una de las razones del proyecto que llevan a cabo hoy en día.
LA RECETA
Relacionado con la agronomía, Paolo había tenido la oportunidad de trabajar en un campo con personas privadas de libertad. De esa época, recordaba la energía con la que estas se desenvolvían, dejándole una experiencia de muy buenas sensaciones. Investigando sobre el tema, llegaron a la conclusión de que ese debía ser el motor que impulsara este emprendimiento, la gente que había estado privada de libertad necesitaba trabajo.
¿Quién les daba esta segunda oportunidad? ¿Se la daban? ¿Qué porcentaje de estos o estas ex reclusas se reinsertaban laboralmente? “Nosotros les vamos a dar esta oportunidad”, dijeron.
Fueron a tocar las puertas a gendarmería e inicialmente el sueño era instalar cocinas dentro de los recintos penitenciarios. “En Roma hay una cocina dentro de la cárcel que hace los panettones, el famoso pan dulce de navidad, y en grandes cantidades”, comenta Rodrigo. Ahora bien, comentando la idea con algunas personas reflexionaron en que el problema no era al interior de la cárcel, ya que existían trabajos para los reclusos. Después podían discutir si eran buenos o no, pero habían. El problema estaba afuera.
“Cuando una persona cumple su condena y sale, no encuentra trabajo y empieza el círculo vicioso. El 47% reincide después del primer año en libertad y el 70% en el tercer año”, señala. Ahí la receta del proyecto comenzó a tomar forma: trabajar con gente que había estado privada de libertad y darles una oportunidad laboral que les permitiese reinsertarse socialmente, cambiando la vida de personas que están en el círculo de la delincuencia. “Hemos evitado 6.380 delitos”, apuntan considerando el espacio laboral en el cual podrían haber estado delinquiendo.
ENCENDIENDO LOS HORNOS
Las Condenadas prende sus hornos a finales del 2018. Su nombre radica en la doble condena que recibe la gente que delinque y es encarcelada.
Por un lado, la condena que dicta la justicia. Y por el otro, la que les entrega la sociedad al no darles segundas oportunidades, estigmatizándola y condenándola a seguir considerando la delincuencia como única opción para vivir.
“Buscamos ser el trampolín para la reinserción social de estas personas. Si vuelven a trabajar y le demostramos a otras empresas que pueden desenvolverse bien, de ahí pueden dar el salto a otras oportunidades laborales”, dice Rodrigo feliz por lo que su emprendimiento propone, recalcando que también se están capacitando para darles contención psicológica y emocional.
Un hecho a considerar, es que sólo trabajan con personas que hayan sido privadas de libertad. Específicamente mujeres, ya que concluyeron que la estructura familiar se quiebra demasiado sin la madre.
No fue fácil crear un vínculo de confianza con ellas. La sociedad las discrimina desde antes de cometer el delito, hasta su privación de libertad y posterior liberación. Algo que fue muy representativo para que estas mujeres confiaran en ellos, fue el momento de las entrevistas laborales. Estando en gendarmería entrevistándolas, ellas habían llegado a la reunión con sus antecedentes en mano. “No nos interesa saber lo que hiciste, estamos claro que si estamos aquí es porque algún problema tuviste, pero no nos interesa. Lo que queremos es ayudarte y que te puedas reinsertar”, les dijeron. Con ese mensaje rompieron la distancia entre los empleadores y las futuras trabajadoras, estableciendo un lazo afectivo que incide en este ambiente familiar que se percibe en el taller donde hornean.
LAS CONDENADAS, HORNEANDO GALLETAS Y QUEQUES DE CALIDAD
Son enfáticos en remarcar que también buscan diferenciarse con la calidad del producto. La primera preparación en la que pensaron fue de un queque de navidad con una receta infalible de la bisabuela de Paolo. Quienes tuvieron la suerte de probarlo, reconocen en él un sabor inigualable, con la mano clásica de nuestros amados abuelos. Contactaron a las dos primeras “condenadas” y hornearon 1.000 queques de navidad. “En el peor de los casos íbamos a estar comiendo queque un año”, cuenta Rodrigo riendo. Vendieron todos los ejemplares en su primera semana.
Ese fue el punto de inflexión y empezaron a contratar a más mujeres. Actualmente son 7 “princesas”, como les dicen cariñosamente, quienes se encargan de labores de producción y embalaje.
Estuvimos con ellas y vimos cómo trabajan con alegría, entusiasmo, humildad y esperanza por un futuro mejor, agradecidas también por la oportunidad que les han dado. “No se detengan hasta que se sientan orgullosas”, se puede leer en un mensaje en la pared del taller.
Tras el éxito de la primera venta y la ampliación del equipo, dieron el salto y empezaron a hornear 4 sabores de galletas dulces: almendra, sésamo-cranberry, mantequilla y coco. Probamos las de almendra y sésamo-cranberry, deliciosas y “crocantemente” adictivas.
Paolo trabajó las recetas, tanto del queque como de las galletas, de tal forma que provoquen en el consumidor una fiesta en su paladar. Para ellos, la calidad de lo que venden es muy importante, ya que además de generar ingresos y permitir que el emprendimiento se sostenga, también es darles la razón a estas segundas oportunidades que les están entregando a dichas mujeres. “Cuando el cliente pregunte qué galletas son y dónde se hicieron por lo buenas que están, con orgullo se podrá decir que la ‘buena mano’ y esas exquisitas galletas son hechas por ex reclusas”, dice Rodrigo. Ese factor de cambio los sigue moviendo día a día.
Sus productos están a la venta a través de su sitio web www.lascondenadas.cl, con la opción de despacho a domicilio.
GALLETAS SALADAS Y MÁS
Tras el éxito de sus galletas dulces se aventuraron en recetas saladas. La producción ya está en marcha y pronto saldrán a la venta. Tuvimos el privilegio de probar esta nueva línea: tomate-semillas de zapallo, aceituna-orégano, merkén-curry y berries-comino alemán. Prepárense porque estas galletitas van a ser sus fieles acompañantes de los clásicos picoteos.
Además, no cierran la posibilidad de abrirse a otros espacios gastronómicos, como el mundo de las pastas o los postres. “Nosotros estamos soñando en que muchos productos que pongas sobre la mesa, que vayas a probar, sean nuestros y sean diferentes, qué te causen algo. Qué sea motivo de orgullo que esas exquisiteces sean hechas por ex reclusas”, afirma Rodrigo esperanzado en que su mensaje de reinserción social siga acaparando elogios y motive a más emprendimientos a intentarlo.
6 comentarios
Acabo de ver el reportaje en 13C los felicito es una muy buenas oportunidad para las mujeres y sus familias,me emcantaria probar susto productos.Yo soy de antofagasta
Buenísimo! Te invitamos a compartir nuestra Historia con Sabor de Las Condenadas, donde te contamos todos los sabrosos detalles de este tremendo proyecto. Sus productos los puedes encontrar en http://www.lascondenadas.cl y su Instagram es @lascondenadas. ¡Saludos!
Estas iniciativas nos dan una luz de esperanza en que aún existen personas que piensan y realizan un tremendo aporte. Si todos diéramos un poco de nuestras vidas, con un saludo, respeto, dignidad, empatía…
Gracias por darnos a conocer esta misión de confianza.
Gracias a ti también por tu comentario y por tu reconocimiento al gran trabajo, dedicación y oportunidades que hay detrás de Las Condenadas.