María Edita Pavez y Luis Humberto Carvajal, son considerados “Tesoros Humanos” en Cáhuil gracias a su oficio ancestral como saliner@s en MarySal. Una tradición que data del siglo XVI y que sobrevive al paso del tiempo, conservando un modo de producción artesanal de la sal de mar transmitido de generación en generación. Entre las aguas del estero Nilahue y del océano pacífico, emerge un paisaje cultural que invita a conocer y reconocer la importancia de esta actividad. ¡Súmate a este reconocimiento descubriendo su Historia con Sabor!
Nuestra última Ruta con Sabor por Pichilemu, nos ha sorprendido con las jaibas de Productos del Mar – Fullu, el Club Social y Gastronómico de Los Piures y la Cervecería del Mar de Viejo Lobo.
La última entrega de este sabroso viaje nos lleva al sur de la capital mundial del surf, a la localidad de Cáhuil. Una zona que nos recibe con un viento cálido y un sol que brilla como materias primas de esta Historia con Sabor. Una que habla de la tradición de la elaboración de sal de mar y que tuvimos el privilegio de disfrutar junto a las voces de sus protagonistas.
María Edita y Luis Humberto, o mejor conocidos como la Mary y Humberto de MarySal, son cuarta generación de saliner@s. Juntos se han encargado de cuidar y trabajar las pequeñas salinas que se encuentran –literalmente- detrás de su casa. Alrededor de unos humedales, que sorprenden por las más de 60 especies de aves migratorias y no migratorias que embellecen la imagen y acústica del lugar.
TRADICIÓN SALINERA Y FAMILIAR
Las salinas en Chile tienen más de 500 años de antigüedad. Desde la época prehispánica, gracias a un grupo de indígenas que comenzó a utilizar la sal como técnica para preservar los alimentos. Y desde la época de la colonia, se registran las salinas de Cáhuil, La Villa, Lo Valdivia y Barrancas, cuando los españoles trajeron la técnica para la extracción y apostaron por la producción de sal en la zona.
Actualmente de las 200 familias originales de saliner@s quedan sólo el 10% operativo (aprox); un oficio que aprendieron como herencia de sus padres y abuelos y que esperan poder transmitir a más generaciones, para que perdure en el tiempo e historia de nuestro país.
Entre ellos, Doña Mary y Don Humberto; Tesoros Humanos Vivos declarados por la UNESCO, por su aporte al patrimonio cultural inmaterial de Chile y al carácter único de su oficio con la Sal de Cáhuil. Producto que además posee la Denominación de Origen, debido a que sólo puede ser elaborado en este lugar por las condiciones geográficas y productivas que tiene.
Durante los meses invernales, ambos emprendedores observan cómo la marea sube hasta el estero dotándolo con agua de mar, generando la sal que se extrae. Un oficio de temporada que se concentra entre los meses de septiembre y abril, en que los cultores y las cultoras -a partir de su cosecha salinera en cuarteles de agua- producen artesanalmente la histórica Sal de Mar de Cáhuil.
CUARTA GENERACIÓN DE SALINEROS
Como comentamos, Doña Mary y Don Humberto son cuarta generación de esta milenaria actividad. “Mis bisabuelos, abuelos y padres fueron salineros. Y aquí Sebastián viene por la quinta”, dice con alegría Doña Mary, presentándonos a su nieto.
Esta histórica emprendedora recalca el orgullo que representa para ella mantener hasta el día de hoy esta tradición, por el cariño e importancia que representa haberla heredado de sus padres. “Mi papá, José Pavez, vendía la sal por sacos. Yo le ayudaba a pasar agua de un cuartel al otro, con un tarrito”, recuerda con orgullo y emocionada.
Las vidas de María Pavez y Humberto Carvajal se entrelazaron desde antes de que se conocieran, casi como un guiño a su destino cristalizado en su amor mutuo y en el oficio salinero. La familia de Humberto era de Barrancas y fueron muy amigos de los padres de Doña Mary. Un día coincidieron ambos en Santiago, conectando desde el primer momento para después reencontrarse en unas vacaciones en Cáhuil. “De ahí no nos soltamos más”, comenta riendo Don Humberto.
El padre de Humberto también fue salinero, Don Felicindro Carvajal. “De chico me fui a estudiar a la capital y luego estudié contabilidad, pero lo venía a ayudar siempre durante las vacaciones y me iba los primeros días de marzo. Entonces para todo el período de la producción de sal, yo estaba acá en la zona”, apunta alegremente por haber aprendido este oficio.
Entre risas y mirando atentamente a su nieto Sebastián, recuerda que en un momento agarró un pedacito de las salinas de su padre y armó varios cuartelitos chicos para tener su propia producción, desarrollando su pequeña pyme a temprana edad.
SE VIENE LA QUINTA GENERACIÓN SALINERA
¡Un espíritu emprendedor que sin dudas transmitió a Sebastián! Fonoaudiólogo de profesión, después de estudiar en Santiago volvió a la zona a trabajar de su carrera, pero la pandemia lo llevó a girar 180° y dedicarse al turismo; también en cierta medida por apoyar a sus abuelos y rescatar este oficio ancestral.
“Si bien nací en la capital, desde antes de nacer que mi mamá me traía en la guata. Apenas se pudiera, el panorama era venir a la casa de mis abuelos. Tengo recuerdos de siempre de las salinas, incluso de mi bisabuelo”, dice con nostalgia mientras nos da un recorrido por los cuarteles de sal y nos explica el trabajo de los salineros.
Una vez el mar sube por el estero y lleva la sal a lugares donde se empoza, sacan el agua a mano y con motobombas. Luego apartan el barro, lo pisotean y esperan a que la acción del sol y el viento lo seque. Ya seco le vuelven a poner agua y la traspasan de un cuartel (piscina) a otro -suavemente- logrando que la tierra vaya decantando para finalmente quedarse con una costra de Sal de Cáhuil, que sacan con carretillas para guardarla en sacos.
Absorbiendo conocimientos, el trabajo de Sebastián en las salinas de su familia ha consistido principalmente en dar visibilidad a esta tradición milenaria, apoyando a sus abuelos con publicaciones en redes sociales y haciendo alianzas estratégicas con gente para enaltecer el patrimonio cultural de Cáhuil. Actualmente forma parte de distintas organizaciones cuyo objetivo es la preservación de la sal.
EMPRENDIENDO CON MARYSAL
En post de la conservación del oficio salinero, Doña Mary desde el 2005 empezó con un emprendimiento de sales de baño; siempre bajo el nombre de MarySal. Con el tiempo esto fue mutando a unos exquisitos mix gourmet, también elaborados por sus mágicas manos y con los que busca darle un valor agregado a este increíble elemento de la naturaleza. Aquí podrás encontrar la Sal de Cáhuil en tres formatos:
Sal de baño y exfoliador natural para la piel, sal de mar y sazonador gourmet para tus comidas. Sorpréndete con el exquisito sabor de sus sales con especias… Mix parrillero, ajo – merkén, ajo – orégano, ajo – tomate – albahaca, cúrcuma – pimienta, con vino tinto, entre otros. Nuestro favorito, el mix parrillero. Una excelente opción para distintos tipos de carnes e incluso ensaladas.
Encuentra cada una de ellas directamente en sus salinas o en las Cabañas Piedra Grande, su principal punto de venta y un proyecto en paralelo con el que también le dan visibilidad a la tradición salinera, contándoles a los visitantes sobre su historia e invitándolos a probar su producto.
LA PRESERVACIÓN DEL OFICIO SALINERO EN LA ZONA
Finalizando nuestro recorrido, esta familia es enfática en recalcar la situación actual de sus salinas. ”Los últimos 5 años ha sido toda una problemática. Si antes se extraía un 80% de sal de la producción, ahora estamos en un 50% y quizás menos”. También apuntan a distintas obras del pasado que afectaron la salud de la laguna. Todo esto en un contexto desfavorable con el cambio climático, que también impide la óptima conservación del humedal.
Humberto nos comenta que existen actualmente gestiones para que en Pichilemu utilicen la sal de mar como un elemento protagonista del rubro gastronómico. “La idea es que los emprendimientos de acá se vuelquen a lo local. Que usen esta sal, que la lleven a la mesa, que la presenten, que la gente sepa que se produce aquí mismo”, agrega Sebastián.
Este último, pretende llevar un paso más allá la visibilización de la tradición salinera con la elaboración de un brebaje artesanal: la cerveza “Kawil”. Una propuesta sustentable e inspirada en la zona, que ilustra las distintas especies de aves que hay en sus diseños, de la mano por ejemplo de una Kettle Sour; un estilo cervecero ideal para ser elaborado con sal de mar.
Comparte esta Historia con Sabor de Mango Merkén con tus amig@s, ayúdanos a transmitir la importancia de este patrimonio cultural y prepárate para probar este notición cervecero.
Dirección: Salinas de Cáhuil; camino a Barrancas, sector Los Perales. Cabañas Piedra Grande (principal punto de venta); Judith Lizana 555, Villa Esperanza, Cáhuil.
Horarios: lunes a domingo de 9:00 a 21:00 hrs
Instagram: @marysaldecahuil
Teléfono: +56976697288