“¡Aquí la mayo es con ajo! ¡Sin ajo no hay paraíso!”, dice Óscar Rojas, emprendedor y heredero de una tradición familiar alrededor de un clásico chileno: el lomito. Marraqueta, mayonesa casera y una pulpa de cerdo a la plancha que viene sacando aplausos desde 1986. En la esquina de Franklin con Ingeniero Obrecht, El Pobre Guido reluce con una barra sanguchera que es una verdadera “vitrina” del lomito. ¡Toma asiento e imagínate con un sanguchito mientras te contamos su Historia con Sabor!
La siguiente foto corresponde a los inicios de El Pobre Guido, a mediados de los 80’. Donde mismo, en pleno Barrio Franklin. En la misma esquina de siempre, estrenando su primera plancha. Sus protagonistas, Don Guido, con cuchillo y tenedor rebanando la carne para sus sánguches. Doña Matilde siempre a su lado. Y los clientes sentándose como podían en plena vereda, todos “poniéndole güeno”.
“Hoy seguimos con la misma garra que ellos. Claro, hemos modificado un poquito las cosas y hemos crecido, uff que hemos crecido (…) Esta es nuestra historia, pura pega no más. Y vamos por más”, señala Óscar en la bajada y reflexión de un registro que es una reliquia.
DON GUIDO ROJAS Y SU LEGADO SANGUCHERO
Guido Rojas siempre fue un hombre muy trabajador. “Esa es la imagen que tengo de mi papá”, recalca el hijo de este eximio maestro sanguchero. Hace 40 años atrás llegó buscando oportunidades a Barrio Franklin y empezó a vender bebidas en el sector. Un día, el dueño de un remate le preguntó si podía preparar anticuchos para sus clientes. Siempre con buena predisposición al trabajo, aceptó, y así nació la idea de también vender estos sabrosos fierritos clásicos de la parrilla nacional.
Óscar confiesa que con el fallecimiento de su padre, en 2006, muchos detalles originales de esta historia se fueron con él. No obstante, inspirados en el recuerdo de este querido personaje de las calles de Franklin, algunas teorías rondan en el boca a boca de cómo se dio la continuidad de su propuesta.
Por ejemplo, del nombre “El Pobre Guido”, se deduce de la incesante imagen de él trabajando, trabajando y trabajando. Y su salto a la sanguchería, se lo relaciona con la adaptación a la costumbre de incluir un trozo de pan en la punta del anticucho; habitualmente con carne de cerdo. ”En algún momento pasó de trabajar de la parrilla a la plancha”, apunta sonriendo el emprendedor.
En las paredes de este restaurante, podemos ver un par de fotos más que cuentan esta Historia con Sabor. Cada una siguiendo la secuencia de los diversos arreglos y construcciones que se fueron haciendo para abrir El Pobre Guido. Todo en consecuencia del éxito que fueron teniendo sus sándwiches en el barrio y con el sello de su original preparación…
Unas planchas en torno al local –como una cocina abierta- donde asan durante todo el día la pulpa de cerdo entera adobada con chimichurri, y manejando distintas técnicas y temperaturas; para ir sellándola, laminándola y poniendo sus cortes directamente en la marraqueta. ¡Todo en el momento! Un método que Óscar destaca como único o al menos pionero en su forma.
Un hecho sí es claro… Durante la década de los 80’ –el alcalde de Santiago en ese entonces- decidió erradicar el comercio ambulante incorporando el concepto de los persas, que eran antiguas propiedades abandonadas y que comenzaron a albergar distintos negocios; como en este caso, El Pobre Guido.
EL “HEREDERO” DE UNA TRADICIÓN SANGUCHERA
Óscar Rojas es técnico en administración de empresas. Un título que vino coronar todo el esfuerzo realizado por sus padres. De ellos aprendió desde pequeño. ¡Justamente el valor del esfuerzo! Rojas (hijo) recuerda innumerables fines de semana acompañando a su madre –junto a sus hermanas- a trabajar en la sanguchería.
“Una de las cosas que más me impresionaban y a mis amigos también, era ver al maestro en la plancha levantando la pulpa de cerdo de 10 kilos. Una tras otra, todo el día, como si nada”, comenta con la misma cara de asombro de cuando era niño. En su familia todos son maestros y maestras sangucheras. Por supuesto, aprendieron del mejor. “En mi familia nacimos en la plancha y con un cuchillo en la mano”, añade entre risas.
Si bien en un principio Óscar no pretendía trabajar en el negocio, distintas circunstancias de la vida lo fueron posicionando como el indicado para continuar el legado del emprendimiento; que hasta 2020 fue comandado por su madre. Previo a esto, con 21 años, abrió el Instagram de esta picada sanguchera para empezar a registrar lo que sucedía en el local. Sin el afán de lograr algo concreto, pero ya visualizando los nuevos tiempos de la tecnología, las redes sociales y las formas de relacionarse con el público.
Así junto a una de sus hermanas –amante del dibujo- también fueron incorporando imágenes, logos, avisos, tipografías, etc; un camino que empezaba a dar señales de un futuro más serio involucrándose con mayor protagonismo en la empresa. “Vi que aquí había un diamante en bruto, que se podía trabajar mejor”, confiesa.
PERFECCIONANDO LA “RECETA” DE EL POBRE GUIDO
A medida que se fue involucrando en el negocio, comenzó a trasladar toda su experiencia ya vivida en el local y todo el conocimiento obtenido en su tecnicatura en administración de empresas. ¡El complemento ideal para perfeccionar la marca! Este emprendedor había sido maestro en plancha, había estado en el armado de sándwiches, también fue garzón, entre otras tareas; que en definitiva lo llevaron a sacar conclusiones de cómo podría mejorar esto.
El período de la pandemia, con el desafío inicial de un delivery de por medio, también fue preciso para analizar y registrar el trabajo por hacer. Una vez iniciadas las re-aperturas, se daría inicio a la transición para que Óscar tomara la batuta del local. Remodelaciones en el sector de plancha, una nueva campana de extracción, cambios de mesas y sillas, contratos laborales para todos sus trabajadores, nuevos contactos con proveedores y más, fueron las reformas para el exitoso presente de El Pobre Guido.
“Los resultados han sido muy positivos. Desde que tomé la administración teníamos un nivel de venta y desde que hice todos estos cambios incrementó. Ha mejorado la relación con nuestros clásicos clientes, han venido otros, pero siempre siendo fieles a nuestras tradiciones”, indica.
En la actualidad, El Pobre Guido sigue brillando en la misma esquina que lo vio nacer, pero con una luz más brillante aún, que lo posiciona como una verdadera “vitrina” de nuestro tradicional lomito. Acércate a su barra y comprueba “en carne propia” esta deliciosa experiencia. Podrás ver a los maestros maniobrando la carne y tentándote con ese primer mordisco.
Al respecto, Óscar es enfático en señalar que es algo que se toman muy en serio. “Te puede jugar a favor o en contra. Nos obliga a estar preocupados de lo que estamos haciendo, a tener un producto de calidad porque las críticas están a la vista”.
UN LOMITO BIEN JUGOSO, MAESTRO
Mientras humean esas espectaculares pulpas de cerdo, se acercan decenas de clientes a la barra con frases como: “un lomo dorao’, uno con grasita, quiero uno bien jugosito, uno sequito, sin miga, uno con baranda y con amorsh’, uno light con coca zero”.
El equipo de Mango Merkén se sumó a este antojo sanguchero y pidió El Clásico, el más antiguo de la sanguchería y el que más piden. Marraqueta de Panadería La Superior, lomito de cerdo y las salsas de la casa; mayo casera con toque de ajo, ají Pobre Guido (casero y ahumado) y salsa de ajo puro, “sin ajo no hay paraíso”. Y por si fuera poco, nos devoramos un Terremoto; tomate, palta y queso derretido. ¡Maravilloso! Contamos al menos 6 capas de lomito de cerdo…
Además de los clásicos Italiano y Chacarero, si eres de los nuestros pedirás el Con Too’ Si No Pa’ Qué; chucrut, americana, tomate, palta, queso, poroto verde y salsas. “Y si añadimos más ingredientes en el futuro, se los agregaremos”, dice Óscar compartiendo sonrisas con todo su equipo. Ojo que también cuentan con una carta de churrascos y completos con salchicha artesanal.
NUEVA IMAGEN DE EL POBRE GUIDO Y UN EMOJI PARA LA MARRAQUETA
En el corto plazo, comenta sobre la nueva imagen que ha venido trabajando durante los últimos meses para la marca. Después de la ardua y exitosa reestructuración de su local, en las próximas semanas El Pobre Guido estrenará un rebranding, que promete darle más protagonismo a las redes sociales; con algunas sorpresas de por medio, apelando a la emoción y el recuerdo de Don Guido y Doña Matilde. “Para mí ella también es El Pobre Guido, yo aprendí de ella. Siempre acompañó a mi papá, siempre estuvo al lado de él, ayudándolo. Y gracias a ella el local existe”.
A largo plazo, el emprendedor no descarta abrir otro Pobre Guido, pero por ahora el enfoque está en seguir perfeccionando su actual negocio. Y por último darle un reconocimiento especial a una pieza fundamental de su sanguchería, la marraqueta, impulsando la campaña: #emojiparalamarraqueta
¿Qué opinas? ¿Te sumas a esta campaña de un emoticón para la marraqueta? Nosotros estamos absolutamente de acuerdo. Por lo mismo, te invitamos a compartir esta Historia con Sabor de Mango Merkén y sumarte a esta entretenida propuesta.
Dirección: Franklin 602 (esquina Ingeniero Obrecht), Santiago
Horarios: lunes a domingo de 8:30 a 16:30 hrs
Instagram: @elpobreguido
3 comentarios
Me encantan, años yendo al barrio tan solo para pasar por su local. Tremendos lomitos, lo que es yo, me como el lomito así solito con un poco de mayo con ajo y nada mas, de chuparse los dedos.
Felicitaciones, por favor sigan de la misma forma no cambien nada de los sándwich, ni el pan, ni mayo, nada, así tal cual son perfectos!
Les deseo que este 2024 venga lleno de increíbles oportunidades para su negocio!!.
Espectacular, tal como dicen en este local: sin ajo no hay paraíso. Muchas gracias por tus deseos, se los comunicaremos directamente al equipo de El Pobre Guido.