BeerDay: pioneros en pastelería cervecera 

Cerveza y pasteles, manjares de dioses. Ahora fusiónalos, y podrás disfrutar de una pastelería que va más allá con sus sabores innovadores y deliciosos. Eso es que lo hace Alejandra Cáceres en BeerDay: pastelería cervecera. Te invitamos a conocer cómo llegó a armar este exitoso emprendimiento, una propuesta gastronómica que rompe paradigmas.

Si pensamos en cervecería y pastelería, tendemos a separar ambos mundos gastronómicos, pero juntos ¡son toda una experiencia! La innovación rompe esos viejos paradigmas (“la cerveza es solo para la sed”) para traer nuevos sabores al paladar. Así lo demuestra Alejandra Cáceres, fundadora y repostera de BeerDay, quien incorporando cervezas artesanales (chilenas e importadas) ha logrado dar un vuelco en la pastelería que ofrece. No ha sido fácil ni rápido, pero hoy en día es reconocida por ser pionera en estas innovadoras preparaciones. 

“Pastelero más allá de tus pasteles”

Estamos en la casa-taller en San Miguel. Alejandra se muestra relajada y camiseteada con su proyecto (literalmente): se lee “BeerDay” en su polera. Al contarnos cómo partió todo, se remonta hasta sus días de escolar, cuando en media se especializó en pastelería. Desde entonces ya hacía preparaciones que su mamá se encargaba de vender. Esto se mantuvo en el tiempo, algo que la llevó a juntar la plata suficiente para irse a Australia con una amiga y cumplir su sueño de vivir en el extranjero.

“Mi mamá por Messenger me dice ‘¿porqué no te crees el cuento? Mira todo lo que has hecho gracias a la pastelería’. […] Me abrió mi corazón de que esto es lo que me gustaba”

La pastelería se fue convirtiendo de a poco en su sustento, porque cuando estaba en el extranjero se le acabaron los fondos, así que se dedicó a preparar y vender pasteles. Esto le permitió vivir allá todo un año. Aunque los indicios de que era buena en lo que hacía ya estaban allí, Ale todavía no lo veía. Fue gracias a su mamá que algo en ella fue agarrando fuerza. “Mi mamá por Messenger me dice ‘¿porqué no te crees el cuento? Mira todo lo que has hecho gracias a la pastelería’. Ahí me di cuenta que tenía razón, y me abrió mi corazón de que eso es lo que me gustaba.”

Desde Australia llegó con un ojo más crítico sobre el mercado, y se dio cuenta de que si se iba a dedicar a la pastelería no iba a hacerlo con cupcakes, un mercado saturado. La pastelería creativa era su camino. Pero la realidad fue dura: esta área es poco valorada en el país, y el esfuerzo no se condecía con los ingresos que generaba. La situación crítica la hizo vivir varios cambios, incluida la separación de su marido, aunque la luz estaba nuevamente en la pastelería. Fue su refugio y salvación en un periodo duro de su vida. “Decidí que la pastelería iba a ser la forma de salir adelante junto a mi hijo”, cuenta Ale con énfasis.

Los estudios y el trabajo exitoso

A pesar de que ya estaba decidida, para poder subsistir dedicó tiempo y energías a otras actividades. Se le presentó la oportunidad de trabajar en AirFrance, lo que le permitió conocer distintos lugares pasteleros, como París. Al ver que era buena en ventas en su trabajo, se vio impulsada a estudiar marketing y gestión comercial, lo que le ha sido sumamente útil en su emprendimiento.

 “En ese momento una energía me inundó y dije ‘tengo que hacer pruebas de la cerveza en la pastelería’”

Corría el 2016, y recuerda que el primer día de clases un profesor pidió que salieran adelante a decir por qué estaban allí. “Con toda mi personalidad fui y dije que estoy acá para cambiar la pastelería tradicional e inventar mis propios pasteles”, rememora. “Todos mis compañeros se me quedaron mirando como wow. Ese año, tuvieron que hacer un trabajo grupal abordando un proyecto (eligieron el suyo). “Si bien todos apoyaban, la idea iba a nacer de mí: teníamos que justificar el porqué hacer pastelería con cerveza. Yo tenía la idea super clara”, relata Ale.

De forma paralela, retomó contacto con un amigo del colegio, quien la introdujo en el otro mundo fascinante que hoy le permite realizar sus innovadoras preparaciones: el cervecero. Gracias a él, fue conociendo los distintos tipos de cerveza y las cosas que se pueden preparar con ella. “En ese momento una energía me inundó y dije ‘tengo que hacer pruebas de la cerveza en la pastelería’”, describe su epifanía.

“No podía creer lo rico que se sentía: estaba en éxtasis”

Cuando se acuerda de los sabores que probó, en que mezcló la mantequilla con el lúpulo, “no podía creer lo rico que se sentía: estaba en éxtasis”. Aunque no sabía nada de maridaje, sí era capaz de entender que algo estaba pasando. Con todo, al mostrarle el resultado al profesor, este instó al grupo a seguir con el proyecto, que luego presentaron en la feria de negocios de la escuela. Visionaria, Ale y su equipo dieron a probar tres tipos de profiteroles, no sin antes pedir que les dieran feedback a cambio. Fueron un éxito: “Teníamos una fila gigante. Ahí salió que el sabor era super llamativo. Algunos que no les gustaba la cerveza me decían que ahí quedaba espectacular”.

Sumergiéndose en la cerveza

Aunque el grupo no quiso continuar con el proyecto, Alejandra quedó rayando con el tema, al punto que en broma sus compañeros la llamaban “La Profiterol Perdida”. Sin embargo, “para mí fue el gran impulso para cumplir mis sueños y darle vida a mi proyecto”. Esto lo tenía claro, y fue algo que le transmitió a Richard, su pareja, desde que se conocieron. “A él le emocionó mucho lo que yo quería hacer, y me emocionó darme cuenta lo que yo quería hacer con mi vida”

Con todo este potente bagaje, se contactó y entrevistó con Paula Silva (beer sommelier que fundó Catas Colaborativas), a quien le presentó sus preparaciones. Paula les vio potencial para usarlas en catas cerveceras. En conjunto, decidieron hacer un evento: el primero fue en The Pizza Factory en marzo de 2018.

“Me pasó algo muy extraño: estaba en el computador y de repente siento olor a Tripel, a IPA… Me empecé a volver loca en mi asiento en la pega”

Como la vida seguía en paralelo, Ale encontró un trabajo muy desafiante y entretenido en un banco, pero el bichito de la pastelería cervecera era insaciable. “Me pasó algo muy extraño: estaba en el computador y de repente siento olor a Tripel, a IPA… Me empecé a volver loca en mi asiento en la pega”. De pronto tuvo un despertar de la conciencia, y se preguntó  “qué chucha estoy haciendo aquí”, porque se estaba dando cuenta de cómo avanzaba el mundo cervecero, “que la revolución estaba andando, que la cultura cervecera estaba a full”. Además, el ambiente en el trabajo no estaba bien, ya que una colega la trataba muy mal, lo que “no valía la pena y estaba perdiendo mi sueño”. Por lo mismo, decidió no volver y atreverse con su proyecto.

Ale se lanzó, e hizo el link con los cerveceros.Lo primero que hice fue hablarle a Ben Wood de Beervana y El Honesto Mike y me recibió para mostrarle los productos”. Al experto le gustó la sutileza de la cerveza en el producto, pero la presentación no calzaba. “Era muy fifí para un bar muy rockero”, dice Ale entre risas. Fue así, buscando un cambio, que nació el ya clásico IPAI: un exquisito pie de limón que tiene forma de huevo frito y se sirve en una paila.

BeerDay: la pastelería cervecera y su crecimiento

Llegó el momento de crecer. El primer paso fue abrir un nuevo taller, que es la casa donde viven junto a la familia de Richard desde agosto de 2019. Todos juntos han logrado sacar adelante el emprendimiento. El impulso para lograrlo vino desde la relación con los bares, pero hoy en día las personas naturales son los principales clientes. “Actualmente los pedidos han estado súper constantes”.

“Estoy feliz de que hayan otras pastelerías cerveceras, pero pensar que Beerday es quien partió con esto me llena”

La innovación en BeerDay es constante. Ale hace referencia al libro “Papilas y Moléculas” de Francois Chartier, con el cual ha “podido jugar más con los sabores. Si me llega una cerveza que nunca he probado veo qué ingredientes tiene, veo el libro y con eso estoy lista. Da para mucho este mundo”.

El punch y ojo innovador es algo que han hecho de Ale una pastelera de primer nivel, siempre buscando ser pionera y establecer los parámetros en el rubro, para así lograr una nueva categoría gastronómica. “Estoy feliz de que hayan otras pastelerías cerveceras, pero pensar que Beerday es quien partió con esto me llena”, dice con orgullo.

Las alianzas y el futuro

Desde diciembre del 2019, Ale invitó a Camilo – pareja de una de sus clientes – a trabajar con ella. Se conocieron porque Ale vio que hizo un cheesecake con Manitoba de Jester, y le interesó lo que estaba probando. “Le escribí diciéndole ‘qué bkn lo que hiciste’ y me responde que gracias a Beerday se inspiró en incluir la cerveza en lo dulce. Con el Camilo nos hemos afiatado mucho”. Para un futuro cercano, están pensando en hacer cursos de pastelería cervecera, porque ya han encontrado público interesado. 

Entre los dos, han logrado abarcar dos nichos: Camilo hace pasteles para las personas que saben de cerveza, la línea brutal, y Ale se dedica a aquellos que son para todos, con sabores más sutiles, manteniendo la esencia de Beerday: “que gente que no toma cerveza se pueda acercar a este mundo”. Aunque aún no llegan a un consenso sobre cuál es el pastel que más les gusta a los dos, la sinergia que han logrado es innegable.

Si eres amante de la cerveza, un pastel de BeerDay es un imperdible total. Y si simplemente quieres disfrutar de un exquisito pastel que rompe paradigmas, podrás hacerlo junto a este tremendo e innovador emprendimiento. ¡No te lo pierdas!

Te invitamos a seguir a @Beerday en su cuenta de Instagram para estar atentos a las novedades.

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