La receta de los Jugos Rubén Avilés concentra más de 30 años de experiencia en la industria alimenticia; ingrediente añadido por uno de sus emprendedores, el ingeniero en alimentos, Rubén Avilés. Cubano proveniente de La Habana, quien pone su nombre como garantía del producto con el que viene revolucionando el mercado de los zumos en nuestro país. Junto a su pareja, Valerie Helmlinger, especialista en orfebrería, exprimieron un proyecto que es una auténtica joya: jugos naturales, de la más alta calidad, sin aditivos ni conservantes. Comprueba su frescura y naturalidad probando su Historia con Sabor.
Una de las instancias más sabrosas del año gastronómico, es la Food Service; la feria de la industria alimentaria más importante de Chile. Un hito que resaltamos a fines del año pasado, contándote sobre un interesante proyecto de helados veganos artesanales. Dentro de las dinámicas que se dan entre los diversos pasillos del evento, está la de estrechar lazos y reencontrarse con interesantes propuestas.
Así fue cómo volvimos a darnos la mano con Rubén Avilés y Valerie Helmlinger, después de haber probado sus jugos un par de años atrás. La misma frescura, pero con el agregado especial de conocer a los emprendedores detrás de ella. Brindando con un maqui-manzana por su valioso presente, prometimos retomar el contacto para exprimir los detalles de su Historia con Sabor.
EXPRIMIENDO CONOCIMIENTOS DESDE LA HABANA, CUBA
Rubén (48) arribó a nuestro país en 2008, cargando una maleta llena de sueños y de experiencia en la industria alimenticia. Con la amabilidad que caracteriza al pueblo cubano, nos recibe en su primera planta -en Macul- y nos da a probar todo su mix de sabores de jugos, mientras ordena las ideas de su larga tradición alrededor de la comida y los bebestibles.
Su sonrisa delata satisfacción por su trayectoria. Sus ojos, nostalgia por lo vivido en la isla. Poniéndonos en contexto, relata cómo desde la escolaridad los estudiantes son impulsados a seguir una carrera que vaya en línea con las necesidades de la población. “Por lo general, te van llevando por el camino de la salud pública, de la medicina. Mi mamá me decía que tenía manos de médico”, dice riendo.
Lo cierto es que una temprana visita a un recinto hospitalario, lo enemistaron con el olor a formol y la costumbre de observar órganos del cuerpo humano. Recalcando la realidad social de su país, no esconde el hambre con la que debió lidiar su familia. Es por esto, que el concepto del alimento siempre rondó por su mente. “Necesito comer, necesito llevar algo a la casa”, era una idea que repetía una y otra vez.
Gracias al consejo de un querido amigo, supo de las escuelas de refrigeración y de alimentos que existían. Recordando con emoción a su padre -quien falleció recientemente- trae a la conversación el momento en el que le comentó su pretensión de estudiar alimentación. Cómo buen líder de familia, no dudó en apoyar a su hijo en esta relevante decisión para su vida.
MEDICINA NO, ALIMENTACIÓN SÍ
Después de aquel abrazo de confianza, Rubén ingresó a esta Escuela de Alimentos, que indica como una de las mejores de Latinoamérica en su momento. Llegaban estudiantes de muchos países por su prestigio. En este lugar, aprendió las bases de la industria alimenticia…
“No es para graduarte como chef. Es la tecnología, la química, la microbiología, la física y el cálculo detrás de la elaboración de un producto alimenticio. Ahí nos enseñaron todo, todo, todo”, reitera dando énfasis en la importancia que tuvo para él esta escuela y el fanatismo que desarrolló por la industria de la cerveza y del ron.
Reviviendo cada experiencia escolar, saborea aún los yogures, helados, quesos y leches de búfala, elaborados a través de ayudantías a empresas que realizaban pruebas de productos. “Una vez llegaron unos investigadores a hacer pruebas de estas papas fritas como las Tika. Pusieron una planta cerca de la escuela y nosotros como estudiantes desarrollamos eso en Cuba”, comenta.
Mismo caso con las conservas, encurtidos. Industria de la que aprendió, pero provocó en él años de rechazo hacia su consumo. “Vieras cuántos pickles hicimos (pepino encurtido). Chucrut ya no puedo comer”, apunta entre risas. Igualmente, todo este desarrollo como estudiante y futuro profesional lo agradece, ya que le permitió llegar con alimento a la casa.
TODA UNA CARRERA ALREDEDOR DE LA INDUSTRIA ALIMENTICIA
Tras su graduación como técnico en alimentos, vino su titulación universitaria al respecto como ingeniero. Rubén hace un recuento de las áreas del rubro en las que trabajó previo a su aterrizaje en Chile. Pastas alimenticias, cervecería, industria del ron, refrescos liofilizados, fabricación de botellas, plantas de envasado PET y de tratamiento de aguas, formulaciones de recetas de bebestibles, entre otras.
Su prestigio como profesional fue más que reconocido, lo que también le trajo un estatus que lo puso en peligro ante la inseguridad social que comenzó a rodearlo. Sin entrar en mayor detalle, pero reflejando el riesgo al que se vio expuesto, tomó la decisión de abandonar la isla. “Y esa es otra historia… Fueron dos años de diversas situaciones que dan para hacer otro libro”, señala con un suspiro.
La elección de nuestro país como destino, fue gracias al apoyo de grandes amigos cubanos y chilenos que hizo durante su vida. Después de conseguir abrigo y techo, una empresa de seguridad informática le abrió las puertas para generar un sustento económico. A pesar de ser ajeno a su expertise, fue el primer empuje para encontrar su destino en tierras nacionales.
UNA HISTORIA DE AMOR Y DE EMPRENDIMIENTO
Abriendo un par de botellas de un cranberry-manzana, aprovechamos el momento para preguntar por su conexión con Valerie… Se conocieron en Chile en 2012, en una casa compartida; provocando un cambio de planes en Rubén, quien privilegió el amor antes de continuar con la idea de mudarse a Canadá.
Valerie Helmlinger es de Santiago. Proveniente de una familia de joyeros, su carrera se consolidó en torno al diseño industrial y a la especialización en orfebrería. “Mi familia es de ascendencia alemana y aproveché el impulso para hacer esta especialización en una de las escuelas más antiguas de joyería del mundo”, detalla revelando su paso por Alemania.
Después de hacerse cargo de una empresa familiar, en paralelo con Rubén empezaron a pulir la joya de su emprendimiento: Jugos Rubén Avilés. Si bien este habanero de nacimiento siempre quiso intentarlo con la cerveza, incluso estudiando cervecería en el Doemens Akademie en München, un acertado regalo –como ellos definen- cambiaría nuevamente los planes del ingeniero cubano.
En 2016, 40 kilos de manzana obsequiados por un amigo agricultor fueron el puntapié inicial para exprimir su proyecto; aprovechando unas máquinas slow juicer que Rubén había importado para vender en el mercado nacional. Intento que a pesar de no ser fructífero, sí fue fructífera su utilización para sacarle el jugo -literalmente- a este regalo.
“Amigos y familiares nos brindaron sus casas para descansar el cuerpo y alma, sus camiones para trasladar nuestras preciadas cargas, sus frutos del campo para elaborar nuestros primeros jugos, sus contactos para llegar a mejores proveedores, su buena fe y sus hijos que evaluaron nuestros productos, la alegría que nos indicó el camino, y más que dos o tres asados de negocios. Todo ello nos ha ayudado a darle forma a esta masa que hoy es llamada empresa, y que elabora nuestros Jugos Rubén Avilés”, declararon en sus inicios.
JUGOS Y DESTILADOS RUBÉN AVILÉS
Del patio de la casa, a su primera planta en Macul y su expansión a San Fernando. Y desde locales como La Popular y el Liguria, y ferias como Echinuco y Wintermarket, el producto se empezó a posicionar gracias a su frescura y calidad bajo un estricto proceso de elaboración. Incluso, tomando un lugar protagónico en las góndolas de diversos aeropuertos nacionales.
“Prensamos la fruta y el agua que sale es el jugo. Y ese jugo está acá, sin aditivos. Clean Label, es decir, no hay adición de agua, ni siquiera de azúcar. Tiene la fructosa de la fruta pero no tiene ningún otro ingrediente”, recalcan. Un elemento diferenciador a otras alternativas en circulación y que el público agradece.
Manzana, cereza, maqui-manzana, cranberry-manzana y naranja-manzana son las variedades con las que buscan ser una alternativa de alimentación consciente y sana; dando vitrina a un envase de vidrio, transparente, con un jugo rico en antioxidantes como protagonista… ¡Y poniendo como respaldo el nombre de su emprendedor! “Es una forma de ponerle peso y responsabilidad a lo que estamos haciendo”, concluye Valerie.
Con la pretensión de seguir exprimiendo al máximo su proyecto, observan con detenimiento la posibilidad de probar nuevos formatos y también la internacionalización de la marca. Si bien su venta es sólo local, luciéndose como un producto premium en el canal HORECA y con fieles clientes que ganaron gracias al boca a boca, el mercado brasilero y el canadiense son un par de posibilidades concretas para exportar sus jugos 100% naturales.
A lo cubano -como reza una famosa canción- Rubén mantiene sus raíces latentes fabricando una nueva propuesta con todo el sabor de la isla: Destilados Rubén Avilés, ron de caña elaborado por dos maestros roneros cubanos radicados en Chile. ¿Listos para preparar el mejor mojito cubano? Ya puedes conseguirlo a través del siguiente número: +56964729558 (WhatsApp).
Comparte esta nueva Historia con Sabor de Mango Merkén y refresca los últimos días de verano disfrutando los mix de sabores de Jugos Rubén Avilés.
Instagram: @jugosrubenaviles / Web: rubenaviles.cl
Teléfono: +56998295033 / Correo: contacto@rubenaviles.cl