Cocina de autor con productos de mercado, sustentable y a precio justo. Es para no creer todo lo que se puede encontrar en la combi de Veneno Negro ubicado en el Persa Bío Bío. Conoce la historia sobre cuatro ruedas de Javier y Carolina, dos hermanos que comparten la pasión, la visión y el amor por la buena comida.
Si bien se llevan ocho años, eso no ha sido impedimento -si no todo lo contrario- para que los hermanos Javier y Carolina Miranda hayan decidido llevar adelante el proyecto de Veneno Negro y trabajar codo a codo (literalmente) para dar de comer a todos quienes los visitan los fines de semana en el Persa Bio Bio.
Ambos comparten la misma pasión; la buena comida. Aunque cada uno comenzó con un rumbo profesional muy diferente, con el tiempo se dieron cuenta que la cocina es lo que realmente los motiva. De hecho, Javier estudió música y luego cocina; y Carola está estudiando Ingeniería Comercial con miras a terminar esa carrera y entrar a estudiar cocina.
Se complementan tan bien que juntos han hecho crecer uno de los emprendimientos gastronómicos revelación del 2019.
La combi y el persa
Todo parte con una polola cuenta Javier, “queríamos ir a Alaska en una combi así que la compramos, pero terminamos por lo que no hicimos el viaje. La combi quedó en mi casa por harto tiempo hasta que mi primer socio (ahora ex socio) me dijo que hiciéramos algo con ella”. Le gustó la idea y la remodelaron entera ellos mismos. Pasó de ser un furgón escolar amarillo a la reformada combi negra en la que trabajan ahora.
Veneno Negro partió en marzo del 2019 y llegaron al barrio Franklin gracias a Selfish (@selfish_chile) que son sus amigos y están en el mismo galpón. “El lugar es bakan para pasear, cachurear es como de los 70, muy punky”, cuenta Javier con emoción.
Una vez que Javier se separó de su primer socio, se incorporó Carola quien en ese momento los ayudaba como garzona, con las redes sociales y la administración de las platas. “Si no me metía esto moría”, sincera Carola. “Le di participación de Veneno Negro con la condición de que no me dejara”, agrega riendo Javier.
Veneno negro es un nombre poco común y nace del gusto de Javier por el flamenco. “Una amiga me muestra una canción de los delincuentes “Aire en la calle” y ahí cantan veneno negro y me encantó”, explica con mucha alegría. Muchos de los comensales van solo porque el nombre les parece atractivo. “Todos asocian el veneno negro a nosotros. Es como ser una banda de rock”, cuenta con un gran sonrisa Carola.
Productos sustentables y de mercado
“Queremos democratizar la comida. Que la gente pueda tener un buen plato de comida a un precio justo”, indican ambos. Carola agrega, “siempre he tenido la suerte de comer rico y cuando no lo hago me enojo”. Ese sentimiento es que el plasman en Veneno Negro, con platos sabrosos y con una presentación muy cuidada que no deja indiferente al llegar a la mesa.
A ambos les preocupa mucho el tema medioambiental e intentan traspasar ese «espíritu verde» a Veneno Negro. Gran parte de los productos que utilizan son sustentables y buscan que sus proveedores sigan la misma línea, “trabajamos mucho con las verduras, por lo que lo orgánico lo separamos y se lo entregamos a nuestras proveedores para que hagan compost. Producimos menos de la mitad de basura que otros locales cerca”, explica orgullosa Carola.
Además, Carola y Javier hacen la trazabilidad de todos sus insumos, van a conocer cómo trabajan sus proveedores para entender de dónde vienen sus productos para que estén en línea con su visión. Esto ha permitido que puedan acceder a ingredientes de temporada de muy buena calidad. Ocupan productos frescos como base de sus platos, la mayoría comprados el mismo día en el Mercado de Franklin.
Cocina de autor dónde los vegetales son cada vez más protagonistas
Si bien Javier es fanático del chancho ahora su pasión está en los vegetales, “la Caro es vegetariana y me ha abierto los ojos para preparar los vegetales de forma sabrosa y atractiva. Me encanta estudiarlos y entenderlos”.
Decidieron no decir que hay platos vegetarianos en la carta, sino que la gente llegue, los coma y al final se den cuenta que no tienen carne. “No encasillamos la comida” dice Carola, y con esto han logrado cambiarle la visión a muchas personas.
Nos dejamos sorprender con dos deliciosas preparaciones de su carta, en primer lugar una Falsa pasta y flor de zapallo que consistía en una base de espaguetis de zanahoria y zapallito italiano salteados con cremosos de pistacho y duraznos a la plancha coronada con una flor de zapallo frita rellena de ricotta de tofu y miso. Una explosión de sabores y texturas para saborear lentamente.
Luego probamos el Bagel de carne ahumada y piña: tapapecho de vacuno ahumado, pebre de piña asada, hojas frescas y encurtidos artesanales. Una exquisita combinación de sabores dulces, ácidos y ahumados para abrir todos los sentidos.
También vimos cómo preparaban con mucha dedicación y cariño otro de sus platos estrellas del momento: un arroz frito con tinta de calamar, filete de pejerrey y espárragos, con un emplatado perfecto y digno de cualquier restaurante de alta cocina.
Y para terminar no podíamos irnos sin probar uno de sus postres, que nos llamó la atención desde que llegamos: el Baltishop. Un helado de cerveza Báltica (hecho por @rocciato), salsa de crush y espuma de naranja, una preparación refrescante que logra revalorizar un producto popular. Todo un acierto, sobre todo para la temporada de verano.
Los amantes del Veneno Negro
Nada sería lo mismo sin los verdaderos «fans» de Veneno Negro, que quedan tan enamorados del concepto que vuelven cada temporada a probar sus platos nuevos. Es tal la cercanía y confianza que se genera que muchos de ellos aportan con consejos y recomendaciones culinarias.
“Como de repente usamos ingredientes poco tradicionales, me siento a explicar cada plato para que lo puedan entender y disfrutar como queremos”, cuenta Carola. “Al terminar la comida, la gente está muy contenta, incluso algunos van hacia nosotros y nos abrazan agradecidos por la buena comida, es conmovedor”, agrega Javier.
“Como sólo usamos ingredientes de temporada, la carta va variando cada tres meses. Cuando cambiamos la carta es cuando más personas vienen. Vienen a probar todos los platos, no sé cómo les cabe tanta comida”, comenta Javier riéndose con cara de sorpresa.
Un 2019 con altos y bajos
Durante este primer año han pasado de todo, incluso estuvieron a punto de cerrar, pero finalmente el apoyo entre hermanos y el cariño de la gente permitió que este hermoso proyecto siguiera adelante.
“Hemos aprendido mucho durante este tiempo. Hemos agarrado cierta fama y eso también trae presión. Tenemos que pensar muy bien nuestros procesos por el espacio reducido que tenemos” cuenta Javier.
Veneno Negro abre solo fines de semanas y festivos por lo que los días en los que no llega mucho público es muy frustrante para ellos, pero el cariño de la gente y la posibilidad de generar comunidad les permite tener fuerzas para seguir. “Generamos un impacto en la gente que nota el esfuerzo que ponemos y lo agradecen”, comenta Carola.
Hace un par de meses (específicamente el 18 de Octubre) se les presentó la oportunidad de participar en un matrimonio en Pirque. Aprovechando que Veneno Negro está sobre cuatro ruedas «se lanzaron» y aceptaron el desafío, «íbamos manejando mientras el estallido social empezaba, fue una gran aventura. Afortunadamente todo salió bien» cuentan los hermanos Miranda para describir esta anecdótica experiencia. A pesar de que fue todo un reto poder alimentar -al mismo tiempo- a tantas personas, concuerdan en que volverían a repetirlo.
Veneno Negro es sin duda un proyecto que vale la pena probar y recomendar. Un ejemplo de esfuerzo, perseverancia y pasión que inspira y emociona. Les deseamos todo el éxito para este 2020 que recién comienza.
Ubicación: Víctor Manuel 2253, Santiago (Barrio Franklin)
Horario: Sábados, domingos y festivos de 12:00 a 18:00 hrs.
Los invitamos a seguir a @venenonegrococina en instagram para estar al tanto de sus cambios de carta y novedades.
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